lunes, 29 de junio de 2015
jueves, 25 de junio de 2015
NO TE MATES TES TES
No importa la causa, importa la solución: CRISTO es la solución. No me interesa que tan desprotegido te sientas, estás leyendo esto porque Dios no quiere que te quites la vida. Está leyendo esto porque Dios te ama. ¿Le pediste a Dios que te hablará, que te diera una señal, que te mostrara una luz de que todo estará bien? Perfecto, aquí está tu respuesta, estás leyendo esto porque Jesús te está respondiendo, así que abandona de una vez por todas la idea y sigue adelante.
¿Qué puedes hacer?
1. Busca ayuda, tú solo no podrás.
2. Mantén tu mente ocupada en cosas productivas y útiles.
3. Lee la Biblia, memoriza versículos.
4. Pon música cristiana que fortalezca tu fe y transmita gozo y adoración… dale volumen.
5. Ora, ora, ora.
6. Reprende ese espíritu de muerte.
7. Busca un buen libro cristiano que fortalezca tus convicciones.
8. No caigas en la trampa del ocio, de mantenerte en cama, de no salir, de ni siquiera asearte, NOOOOOOO!!!!
9. Piensa en tu familia, tus hijos(as) te necesitan.
10. Piensa que hay gente que está peor o igual que tú y están luchando, tienen una buena actitud a la vida.
11. No olvides que la idea del suicidio no agrada a Dios, es pecado.
12. Sal de tu casa, busca gente que seguro están cerca de tu casa que necesitan un consejo, hablar con alguien, compartir experiencias, te sentirás útil.
13. Sal de la cárcel que mantiene atrapados tus pensamientos en ideas de calamidad, deja de acariciar esas ideas.
14. No dejes que las calamidades definan el enfoque de tu vida. Ten fe, pelea, rompe cadenas con el Espíritu Santo.
¿Quieres una fórmula que te ayude?, Jesús dijo: “…si expulso a los demonios por medio del Espíritu de Dios, eso significa que el reino de Dios ha llegado a ustedes”. Mat 12:28.
La clave está en el Espíritu Santo, pídele que te libere, que te auxilie, que llene tu vida con plenitud de gozo.
¿ERES UN HUEVO, UNA ZANAHORIA O UN GRANO DE CAFÉ?
Una joven fue a ver a su madre. Le contó sobre los momentos que estaba viviendo y lo difícil que le resultaba salir adelante. No sabía cómo iba a hacer para seguir luchando y que estaba punto de darse por vencida y abandonar todo. Ya estaba cansada de luchar y empeñarse por vencer los obstáculos. Tenía la impresión de que tan pronto lograba encontrarle la solución a un problema, inmediatamente surgía otro.
Su madre le pidió que la acompañara a la cocina. Llenó tres ollas con agua. En la primera colocó zanahorias, en la segunda huevos y, en la última,colocó granos de café molidos. Sin decir una palabra esperó que el agua de las ollas empezara a hervir. Unos veinte minutos más tarde apagó los fogones.
Retiró las zanahorias y las colocó en un recipiente. Hizo lo mismo con los huevos. Luego, con un cucharón, retiró el café y también lo puso en otro recipiente. Dirigiéndose a su hija, le preguntó: "Ahora dime lo que ves".
"Veo zanahorias, huevos y café", fue la respuesta de la hija. La madre le pidió que se acercara y tocara las zanahorias. Estaban blandas. Después le pidió que tomara un huevo y lo pelara. Una vez retirada la cáscara, pudo observar que el huevo se había endurecido. Finalmente, le pidió que tomara un trago del café. La hija sonrió al oler el rico aroma que desprendía la infusión.
Entonces la hija preguntó: "¿A qué viene todo esto, mamá?" La madre le explicó que cada uno de esos objetos había tenido que enfrentar la misma adversidad -el agua hirviendo- pero cada uno había reaccionado de una manera diferente. La zanahoria era dura, resistente en el momento de haber sido colocada en el agua. Sin embargo, al ser sometida al agua hirviendo, quedó blanda y débil. La frágil cáscara exterior había protegido al líquido del interior del huevo. Pero, una vez hervido, el interior se endureció. Sin embargo, los granos de café molidos eran singulares. Una vez colocados en el agua hirviendo, fue el agua la que cambió.
"¿Con cuál de estos elementos te puedes identificar?" le preguntó a la hija. "Cómo le respondes a la adversidad cuando ésta golpea a tu puerta?
¿Eres una zanahoria, un huevo o un grano de café? Piensa en esto: ¿Qué soy? ¿Soy la zanahoria que parece ser fuerte pero, con el dolor y la adversidad me marchito y pierdo mi fuerza? ¿Soy el huevo que al principio tiene un corazón blando, pero cambia con el calor? ¿Es que tuve un espíritu fluido pero, después de una muerte, una separación, un problema económico o alguna otra situación difícil, me he vuelto dura y rígida? ¿Será que el aspecto de mi cáscara no cambió pero, por dentro, me he convertido en una persona amargada y difícil, con un espíritu rígido y un corazón endurecido?
¿O es que soy como los granos de café? De hecho, el grano hace cambiar al agua caliente, precisamente a la circunstancia que le produce dolor. Cuando el agua se calienta, el grano libera la fragancia y el sabor. Si tú eres como el grano de café entonces, cuando las cosas han llegado a su peor momento, tú empiezas a mejorar y a cambiar la situación creada alrededor tuyo. ¿Te puedes elevar a otro nivel en los momentos más sombríos y al enfrentar enormes desafíos?
¿Cómo enfrentas la adversidad? ¿Eres una zanahoria, un huevo o un grano de café?
Vivimos de tal manera que nadie tropezará a causa de nosotros, y nadie encontrará ninguna falta en nuestro ministerio. En todo lo que hacemos, demostramos que somos verdaderos ministros de Dios. Con paciencia soportamos dificultades y privaciones y calamidades de toda índole. Fuimos golpeados, encarcelados, enfrentamos a turbas enfurecidas, trabajamos hasta quedar exhaustos, aguantamos noches sin dormir y pasamos hambre. Demostramos lo que somos por nuestra pureza, nuestro entendimiento, nuestra paciencia, nuestra bondad, por el Espíritu Santo que está dentro de nosotros y por nuestro amor sincero. Con fidelidad predicamos la verdad. El poder de Dios actúa en nosotros. Usamos las armas de la justicia con la mano derecha para atacar y con la izquierda para defender. Servimos a Dios, ya sea que la gente nos honre o nos desprecie, sea que nos calumnie o nos elogie. Somos sinceros, pero nos llaman impostores. Nos ignoran aun cuando somos bien conocidos. Vivimos al borde de la muerte, pero aún seguimos con vida. Nos han golpeado, pero no matado. Hay dolor en nuestro corazón, pero siempre tenemos alegría. Somos pobres, pero damos riquezas espirituales a otros. No poseemos nada, y sin embargo, lo tenemos todo.
2 Corintios 6:3-10
NUESTRA MAYOR NECESIDAD
Si nuestra mayor necesidad hubiese sido información,
Dios nos hubiese enviado un educador,
Si nuestra mayor necesidad hubiese sido tecnología,
Dios nos hubiese enviado un científico.
Si nuestra mayor necesidad hubiese sido dinero,
Dios nos hubiese enviado un economista.
Si nuestra mayor necesidad hubiese sido placer,
Dios nos hubiese enviado un comediante.
Pero nuestra mayor necesidad era perdón.
por lo tanto Dios nos envío un Salvador...
JESÚS.
Charles Swindoll
Suscribirse a:
Entradas (Atom)